Lunes
13 JulEl futuro de la educación
Por Gregor Polson
Rector The Mackay School
¿Cómo preparamos a los estudiantes para la sociedad actual? Esta pregunta es particularmente relevante hoy, cuando la mayoría de los alumnos se han visto forzados a aprender a distancia tras la propagación del covid-19.
Nadie ha sido capaz de predecir con certeza cómo será el futuro, pero sí podemos prever qué habilidades necesitarán los jóvenes para ingresar al competitivo mundo laboral que les espera.
Cuando proyectamos el siguiente paso que darán los estudiantes al egresar de la enseñanza media, pensamos en la universidad y en los institutos de educación superior, de donde obtendrán un título para desempeñarse en el mundo profesional. También pensamos en quienes adquirirán cualificaciones técnicas u otras basadas en su vocación y en aquellos que se incorporarán directamente a la fuerza de trabajo. El problema con estas suposiciones es que los graduados de colegios y liceos están tomando diferentes decisiones a las que en su momento escogieron sus padres como carrera, ya que muchas de esas trayectorias profesionales o técnicas ya no estarán disponibles en el mundo laboral, del modo en que hasta hoy estaban concebidas.
Sin embargo, estas suposiciones pueden ser erróneas. En lugar de hacerlas deberíamos estar preparando a nuestros estudiantes para ser aprendices de por vida en lugar de asumir que la educación es un proceso para obtener una calificación final.
Tradicionalmente las escuelas y universidades utilizan un dominio jerárquico, en el que los profesores transmiten sus conocimientos en clases o conferencias. La experiencia más reciente de aprendizaje en línea, ya sea individual o grupal, se define como aprendizaje distribuido. El cambio real es que vamos de un enfoque jerárquico de las escuelas y universidades hacia un enfoque distribuido, ya que casi todo el conocimiento humano está disponible en línea a través de Internet, cuya expresión más recurrente es el Massive Open Online Courses (MOOCs) y la concesión de micro-credenciales. Estos MOOCs son asequibles y permiten aprender sobre intereses personales o cualquier área de trabajo específica necesaria para una profesión. Estas micro-credenciales pueden ser recogidas y presentadas ante cualquier posible empleador como una cartera de conocimientos y habilidades.
Si el aprendizaje distribuido es el camino a seguir para los adultos, ¿qué papel deben desempeñar entonces las escuelas para ayudar a los estudiantes a pasar a estos nuevos modos de aprendizaje? Lo primero que las escuelas han de tener en cuenta es el contenido del plan de estudios y lo relevante que éste es para la vida actual. Hoy por hoy, estos pueden estar algo obsoletos, aparte de las habilidades y conocimientos adquiridos en materias fundamentales como el lenguaje, las matemáticas y la ciencia. Las otras asignaturas obviamente contienen algunos conocimientos muy importantes y críticos que deben aprenderse, pero el enfoque debe centrarse mucho más en la enseñanza de las habilidades que se desprenden de estas materias y no tanto en su contenido.
El estilo de enseñanza también debe cambiar desde un entorno de aprendizaje tradicional centrado en el maestro a uno centrado en el estudiante. Esto significa que el profesor ya no será el titular del conocimiento, sino el facilitador del aprendizaje para sus alumnos. Esto debe incluir sus intereses y pasiones, en los que el docente actúa como un guía a lo largo de su camino, asegurando la mayor estabilidad para el viaje escogido por el joven que se proyecta al futuro. El trabajo del maestro será esencialmente monitorear el aprendizaje para asegurarse de que cada estudiante alcance el éxito deseado.
Por su parte, los educandos son quienes deben elegir su aprendizaje mientras resuelven preguntas acerca de sus propios intereses. Algunas escuelas de todo el mundo se han sumado a la idea de Google introduciendo la regla del 80/20, en la que los estudiantes usan el 20% de su tiempo para proyectos creativos y el 80 restante a un proceso de enseñanza-aprendizaje guiado.
Otras escuelas han comenzado a usar un enfoque basado en proyectos y otras han seguido un modelo basado en la investigación. Este último promueve un enfoque transdisciplinario mediante el cual se exploran grandes preguntas o temas en lugar de hacerlo a partir de áreas temáticas tradicionales. Este tipo de aprendizaje hace que la experiencia sea más relevante para el alumno y, por lo tanto, más memorable y procesable.
La educación avanza en el siglo XXI, con mayores alcances en la vida cotidiana. Las escuelas seguirán siendo necesarias como entorno físico, virtual o mixto, no sólo para la enseñanza y aprendizaje de contenidos, sino para la enseñanza y aprendizaje de habilidades sociales, llamadas también habilidades blandas, claves para el éxito en el futuro, pues toda la información que se necesita está ya al alcance de la mano. Serán las habilidades de comunicación, colaboración, pensamiento crítico y creatividad las que estarán a la vanguardia. Son estas las habilidades llamadas 4C. A mí me gustaría añadir otras 4C: carácter, compasión, curiosidad y ciudadanía. Con esta 8C nos acercaremos más al futuro de la educación y, posiblemente, al nacimiento de una nueva y verdadera forma de aprendizaje.